Día
1
Bélgica sería el primer destino europeo con Paula. Hicimos noche en Madrid porque el vuelo era muy temprano, tras del trajín de maletas, pañales y biberones, embarcamos rumbo a Bruselas.
El
madrugón permitía aprovechar el día, a las 12 de la mañana ya habíamos
aterrizado. En 20 minutos de tren y en dos paradas llegamos a Central Station,
estación principal de Bruselas, a escasos 5 minutos del corazón de la ciudad y
muy cerca del hotel que habíamos elegido para nuestra estancia belga. El
Novotel Brussels Off Grand Place tiene todos los servicios que uno puede
demandar, pero sobre todo destaca por su ubicación, las principales atracciones turísticas de la
ciudad se encuentran a pocos minutos andando.
En
cuanto dejamos las maletas fuimos a reconocer el terreno, en cinco minutos
llegamos a la Grand-Place (Grote Markt
en flamenco). Se trata de la plaza central de Bruselas, mundialmente conocida
por su riqueza ornamental, está rodeada por las casas de las corporaciones, el
Ayuntamiento y la Casa del Rey, siempre tiene una gran animación con gente a
todas horas. Ciertamente es que es una delicia pasear por ella, se dice que es
la plaza más bella del mundo.
A
última hora de la tarde comenzó a llover y nosotros a rezar para que los cuatro
días no llovieran sin parar porque con la sillita, los paraguas, Leire
protestando por el frío y Paula por estar dentro de la burbuja el viaja podría
ser muy diferente al imaginado. ¡Pero quién dijo miedo! Íbamos muy bien abrigados, sobre todo Leire y
Paula, varias capas de ropa que nos hacían imparables!
Y ya
era hora de probar la primera cerveza belga, así que decidimos hacer nuestra
primera visita al café Delirium, famoso pub de 3 plantas con una decoración muy
conseguida y, lo más importante, 2.500 cervezas diferentes a elegir. Cuando
salimos del pub recordamos que en esa misma calle a pocos metros se encontraba
la Jeanneken Pis, una versión femenina del famoso niño meón, así que nos
acercamos a hacerle la foto de rigor.
Esa noche pecamos de novatos y, con la prisa y
el cansancio, entramos a cenar a un restaurante en la calle Rue des Bouchers,
una de las calles más turísticas de Bruselas, repleta de restaurantes de todo
tipo dónde los camareros, políglotas exaltados, tratan de captar la procedencia
de los transeúntes para empatizar y así lograr la ansiada venta del menú del
día. Mala calidad, mala atención. Simplemente no recomendable.
Para
endulzar la cena, el mejor postre que puedes tomar en Bélgica es el chocolate y
que mejor lugar para degustarlo que las Galerías Saint Hubert así que de camino
al hotel compramos unas cuantas trufas en una de sus múltiples chocolaterías y
nos las comimos paseando. ¡Delicious!
Día
2
Para
nuestro segundo día habíamos planificado una excursión a Brujas y Gante con Buendía
Tours. Desayunamos unos gofres (compañeros inseparables del viaje) y a las 8 de
la mañana estábamos en la estación central para coger el autobús que nos
llevaría en primer lugar a la bella y poderosa ciudad de Gante, residencia de
los celebres hermanos Van Eyck.
Nos
dirigirnos hacia la encantadora ciudad de Brujas, situada 100 kilómetros al
noroeste de la capital y a escasos 15 km del mar del norte. Descubrimos porque
la llaman la Venecia del norte y
la razón por la que su casco histórico en su totalidad es Patrimonio de la Humanidad.
Y
después paseamos por la ciudad hasta que llegamos a la Grote Markt o Plaza
Mayor, circundada por espléndidas fachadas, lugar dónde paramos a comer frente
a la Catedral y tomarnos una buena cerveza.
Habíamos tenido mucha suerte con el tiempo, hacía frio, pero el cielo
estuvo despejado la mayoría del día. Y de repente, justo al final de excursión,
empezó a nevar, lo cual dio a Brujas un encanto aún más especial. ¡Inolvidable estampa! Leire y Paula se lo
pasaron genial durante el viaje, eran las niñas del grupo, así que se sintieron
especiales en todo momento. Foto por aquí, corriendo por allá, chocolatinas,
patatas, risas…pasamos un gran día.
Llegamos a Bruselas a la hora de cenar y como teníamos aun pendiente el típico plato
belga los “moules et frites”, es decir, mejillones con patatas fritas, decidimos ir a probarlos a uno de los
restaurantes que más fama tiene en todos los foros y que además nos habían
recomendado. El Chez León es el típico restaurante que no defrauda, están
acostumbrados a recibir turistas y te tratan muy bien. Cenamos muy bien y a
buen precio, incluso nos prepararon una tortilla francesa para Leire y el
biberón para Paula.
A la
salida del restaurante la nieve empezó a cuajar en Bruselas, nos tiramos un par
de bolas de nieve y al hotel a dormir que todavía nos quedaban cosas por ver y
disfrutar.
Día
3
Callejear
te da para mucho, entre mural y mural, volvimos a visitar la Catedral, el
edificio de La Bolsa, parar en la típica pastelería a merendar, saborear fresas
con chocolate frente a Manneken Pis…
Y de
allí fuimos directos a la cena. Nos
habían recomendado una Brasserie llamada La Fin de Siecle. Es un restaurante belga muy
recomendable, de estilo informal, donde la comida está buenísima. Se encuentra cerca del edificio de la Bolsa, en
dirección contraria a la Grand-Place situado en la calle Rue des Chartreux 9. Suele estar lleno pero merece la pena esperar.
Lo habíamos intentado el día anterior, pero estaba tan abarrotado y había tanta
gente haciendo cola que lo dejamos para el día siguiente. Eso sí, fuimos a una
hora prudencialmente más temprana para intentar no tener los mismos problemas.
Aún así cuando nos dieron mesa ya estaba casi lleno. Nos atendieron muy bien,
plegando la silla, escondiéndola no se sabe dónde, y dándonos sitio en una
mesa, junto a un par de parejas de italianos. No es un restaurante convencional,
aunque las mesas están separadas por pocos centímetros, te sientes como en el
típico sitio de bancos corridos. Si no te importa compartir la cena con
desconocidos es un sitio especial. Pedimos las dos cervezas de rigor, cada cual
diferente para probar nuevas marcas, y dos platos típicos, una salchicha con
verduras y salsa de cerveza, y un codillo espectacular, servido a su punto con
una salsa de mostaza. Si volvemos a
Bruselas repetimos seguro. Tuvimos que dar un rodeo para volver al hotel, ya
que la policía había cortado varias calles principales. Antes de llegar al
hotel compramos una hamburguesa a Leire, y por supuesto un par de gofres para
rematar el día.
Día
4
Un
gran viaje, muchos recuerdos para llenar la mochila.
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