sábado, 30 de enero de 2016


Día 1


Bélgica sería el primer destino europeo con Paula. Hicimos noche en Madrid porque el vuelo era muy temprano, tras del trajín de maletas, pañales y biberones, embarcamos rumbo a Bruselas.
El madrugón permitía aprovechar el día, a las 12 de la mañana ya habíamos aterrizado. En 20 minutos de tren y en dos paradas llegamos a Central Station, estación principal de Bruselas, a escasos 5 minutos del corazón de la ciudad y muy cerca del hotel que habíamos elegido para nuestra estancia belga. El Novotel Brussels Off Grand Place tiene todos los servicios que uno puede demandar, pero sobre todo destaca por su ubicación,  las principales atracciones turísticas de la ciudad se encuentran a pocos minutos andando.

En cuanto dejamos las maletas fuimos a reconocer el terreno, en cinco minutos llegamos a la  Grand-Place (Grote Markt en flamenco). Se trata de la plaza central de Bruselas, mundialmente conocida por su riqueza ornamental, está rodeada por las casas de las corporaciones, el Ayuntamiento y la Casa del Rey, siempre tiene una gran animación con gente a todas horas. Ciertamente es que es una delicia pasear por ella, se dice que es la plaza más bella del mundo.
Teníamos planificado aprovechar el free tour que partía a las 15:00 desde la Grand Place. Es una experiencia que ya conocíamos de otras ciudades europeas y la verdad es que no defrauda, ya que te permite conocer los mejores puntos turísticos y sobre todo la historia que envuelve la ciudad.  Gofre en mano nos preparamos para 3 horas de excursión a pie por Bruselas con New Brussels Tours.  El tour cubre los principales lugares de interés del casco antiguo de Bruselas, empezando en la famosa Grand Place, recorrimos las sinuosas calles para descubrir aquellos sitios donde nació la ciudad hace más de 1500 años. Desde la estatua de 61 cm del Manneken Pis, al lugar de nacimiento de Tintín, el personaje más famoso del cómic del siglo XX en Europa, pasando por el Ayuntamiento de Bruselas, Maison du Roi, La Bolsa, Galerías Saint Hubert , Ópera de la Monnaie , Iglesia de San Nicolás , Río Senne , La Plaza Real , Mont des Arts , la Catedral, etc . Este tour es una buena manera de descubrir la ciudad, considerada por muchos como la capital de Europa.
A última hora de la tarde comenzó a llover y nosotros a rezar para que los cuatro días no llovieran sin parar porque con la sillita, los paraguas, Leire protestando por el frío y Paula por estar dentro de la burbuja el viaja podría ser muy diferente al imaginado. ¡Pero quién dijo miedo!   Íbamos muy bien abrigados, sobre todo Leire y Paula, varias capas de ropa que nos hacían imparables!
Y ya era hora de probar la primera cerveza belga, así que decidimos hacer nuestra primera visita al café Delirium, famoso pub de 3 plantas con una decoración muy conseguida y, lo más importante, 2.500 cervezas diferentes a elegir. Cuando salimos del pub recordamos que en esa misma calle a pocos metros se encontraba la Jeanneken Pis, una versión femenina del famoso niño meón, así que nos acercamos a hacerle la foto de rigor.
 Esa noche pecamos de novatos y, con la prisa y el cansancio, entramos a cenar a un restaurante en la calle Rue des Bouchers, una de las calles más turísticas de Bruselas, repleta de restaurantes de todo tipo dónde los camareros, políglotas exaltados, tratan de captar la procedencia de los transeúntes para empatizar y así lograr la ansiada venta del menú del día. Mala calidad, mala atención. Simplemente no recomendable.
Para endulzar la cena, el mejor postre que puedes tomar en Bélgica es el chocolate y que mejor lugar para degustarlo que las Galerías Saint Hubert así que de camino al hotel compramos unas cuantas trufas en una de sus múltiples chocolaterías y nos las comimos paseando. ¡Delicious!
Día 2
Para nuestro segundo día habíamos planificado una excursión a Brujas y Gante con Buendía Tours. Desayunamos unos gofres (compañeros inseparables del viaje) y a las 8 de la mañana estábamos en la estación central para coger el autobús que nos llevaría en primer lugar a la bella y poderosa ciudad de Gante, residencia de los celebres hermanos Van Eyck.
Gante es un fabuloso lugar lleno de historia. Naturalmente en 3 horas tienes que intentar conocer lo máximo posible, pero con criterio, una visita guiada es lo mejor. Con nuestra guía conocimos  el Castillo de Gerardo "el diablo", la catedral de San Bavón, donde se encuentra la famosa pintura de los hermanos Van Eyck “La Adoración del Cordero místico”, el Campanario Belfort, el peculiar ayuntamiento con parte gótica y renacentista, la Iglesia de San Nicolás, la casa gremial de los albañiles, el muelle de las hierbas y los granos, el majestuoso Castillo de los Condes de Flandes, barrio del Patershol, la lonja de la carne, la lonja del pescado, la gran plaza del viernes...
Una vez que “dominas” Gante  lo mejor es perderse y  pasear sin rumbo por sus bonitas calles y canales, como no podría ser de otra manera, para seguir con nuestra ruta de la cerveza, buscamos la cervecería De Dulle Griet, nombre que hace honor al gran cañón que preside la plaza. Es un espectáculo escoger entre 250 cervezas, además de su decoración, principalmente carteles y carteles de cervezas, es un sitio peculiar porque si tomas su gran cerveza Kwak, de 1,2 litros, servida en una espectacular jarra tendrás que dejar tu zapato como fianza. Del techo cuelgan varios cubos en los que el camarero deposita tu zapato como fianza para que no te puedas llevar la original copa.  Todo perfecto, salvo el sentir que no éramos bienvenidos por ir con dos niñas, y eso que se portaron de maravilla y que apenas había gente en el local. Igualmente disfrutamos a tope de las cervezas y con el cuerpo más entonado seguimos con la segunda parte de la excursión.
Nos dirigirnos hacia la encantadora ciudad de Brujas, situada 100 kilómetros al noroeste de la capital y a escasos 15 km del mar del norte. Descubrimos porque la llaman la Venecia del norte y la razón por la que su casco histórico en su totalidad es Patrimonio de la Humanidad.
Durante el tour por la ciudad visitamos El Lago del Amor, el beaterio fundado en 1245, la plaza Walplein, la stoofstraat, el Hospital de San Juan, la iglesia de nuestra señora, el palacio de los señores Gruuthuse, el canal Dyver, el muelle de coronas de rosas, la plaza de los curtidores, la plaza del castillo y su ayuntamiento gótico, la basílica de la Santa Sangre, la plaza del mercado y su campanario o Belfort en Flamenco, y así como la catedral de San Salvador.


Y después paseamos por la ciudad hasta que llegamos a la Grote Markt o Plaza Mayor, circundada por espléndidas fachadas, lugar dónde paramos a comer frente a la Catedral y tomarnos una buena cerveza.  Habíamos tenido mucha suerte con el tiempo, hacía frio, pero el cielo estuvo despejado la mayoría del día. Y de repente, justo al final de excursión, empezó a nevar, lo cual dio a Brujas un encanto aún más especial.  ¡Inolvidable estampa! Leire y Paula se lo pasaron genial durante el viaje, eran las niñas del grupo, así que se sintieron especiales en todo momento. Foto por aquí, corriendo por allá, chocolatinas, patatas, risas…pasamos un gran día.
Llegamos a Bruselas a la hora de cenar  y como teníamos aun pendiente el típico plato belga los “moules et frites”, es decir, mejillones con patatas fritas,  decidimos ir a probarlos a uno de los restaurantes que más fama tiene en todos los foros y que además nos habían recomendado. El Chez León es el típico restaurante que no defrauda, están acostumbrados a recibir turistas y te tratan muy bien. Cenamos muy bien y a buen precio, incluso nos prepararon una tortilla francesa para Leire y el biberón para Paula.
A la salida del restaurante la nieve empezó a cuajar en Bruselas, nos tiramos un par de bolas de nieve y al hotel a dormir que todavía nos quedaban cosas por ver y disfrutar.
Día 3
El tercer decidimos coger el tren en dirección Lovaina. Ciudad universitaria por excelencia, es famosa por sus edificios, su biblioteca y su cerveza, pero también por el ambiente nocturno que naturalmente nosotros no conocimos, pero si imaginamos. Esta vez quisimos ir a nuestro aire, ya que Lovaina es una ciudad pequeña y el centro histórico se puede conocer fácilmente. Desde Central Station no hay más de 30 minutos en tren, y una vez en Lovaina es fácil llegar al centro desde la estación. La información turística está en el mismo edificio del ayuntamiento, en la Grote Markt. Nos atendieron muy bien y cogimos los planos básicos para caminar por la ciudad. Allí mismo, en la Grote Markt,  vimos el imponente edificio del ayuntamiento, con más de 236 esculturas, así como la Iglesia de San Pedro, con sus torres inacabadas. Sin duda, ambos edificios son impresionantes, el ayuntamiento no tiene nada que envidiar a alguno de la Grand Place de Bruselas. A pocos metros conocimos la Oude Markt, la que dicen es la barra de bar más grande del mundo, es en esta plaza donde se concentran la mayoría de pubs y locales de ocio diurno y nocturno. Callejeando descubrimos el jardín botánico, el beaterio, el museo principal de Lovaina, hasta llegar a la Biblioteca de la Universidad, así como su torre. Renacida de dos Guerras Mundiales, con más de 1,5 millones de libros, se trata de un punto de encuentro cultural que traspasa fronteras.
No pasamos más de 3 horas en Lovaina, y al llegar a Bruselas nos paramos a comer unas hamburguesas y las típicas patatas fritas en la plaza frente al hotel. Después de descansar un poco en el hotel, ya por la tarde, decidimos seguir la ruta del cómic y descubrir murales pintados de algunos de los personajes más famosos del comic mundial. El recorrido del cómic, que comenzó en 1991, se proponía responder de forma original a problemas de rehabilitación de algunos muros dejados sin mantenimiento y en mal estado. En la oficina de turismo compramos un mapa de Bruselas, donde estaba marcada la ruta con los puntos de los murales del cómic para visitar. Vimos muchos, pero no queríamos irnos sin ver los que más nos recordaban nuestra infancia, Asterix y Obeliz, Lucky Luke, Tintín con Milu, Los Pitufos…
Callejear te da para mucho, entre mural y mural, volvimos a visitar la Catedral, el edificio de La Bolsa, parar en la típica pastelería a merendar, saborear fresas con chocolate frente a Manneken Pis…
Y de allí fuimos directos a la cena.  Nos habían recomendado una Brasserie llamada  La Fin de Siecle. Es un restaurante belga muy recomendable, de estilo informal, donde la comida está buenísima. Se  encuentra cerca del edificio de la Bolsa, en dirección contraria a la Grand-Place situado en la calle Rue des Chartreux 9.  Suele estar lleno pero merece la pena esperar. Lo habíamos intentado el día anterior, pero estaba tan abarrotado y había tanta gente haciendo cola que lo dejamos para el día siguiente. Eso sí, fuimos a una hora prudencialmente más temprana para intentar no tener los mismos problemas. Aún así cuando nos dieron mesa ya estaba casi lleno. Nos atendieron muy bien, plegando la silla, escondiéndola no se sabe dónde, y dándonos sitio en una mesa, junto a un par de parejas de italianos. No es un restaurante convencional, aunque las mesas están separadas por pocos centímetros, te sientes como en el típico sitio de bancos corridos. Si no te importa compartir la cena con desconocidos es un sitio especial. Pedimos las dos cervezas de rigor, cada cual diferente para probar nuevas marcas, y dos platos típicos, una salchicha con verduras y salsa de cerveza, y un codillo espectacular, servido a su punto con una salsa de mostaza.  Si volvemos a Bruselas repetimos seguro. Tuvimos que dar un rodeo para volver al hotel, ya que la policía había cortado varias calles principales. Antes de llegar al hotel compramos una hamburguesa a Leire, y por supuesto un par de gofres para rematar el día.
Día 4
El último día decidimos ir a visitar el Atomium, monumento y símbolo de Bruselas construido para la Expo 58. Como hacía un sol resplandeciente y nos apetecía disfrutar de la última mañana en Bruselas, decidimos negociar con un taxista precio para que nos llevara hasta allí directamente y así lo hicimos. Nos sacamos la fotos para el recuerdo, porque íbamos forrados de ropa, si es por el cielo se podría decir que estábamos en pleno verano. Es una construcción espectacular y diferente, ir con un taxista también te da otro punto de vista de la vida en Bruselas, como era el cumpleaños del nuestro nos invitó a unos bombones.
Pasamos nuestras últimas horas en Bruselas recorriendo los principales emblemas de la ciudad, la Grand Place y Manneken Pis. Despedimos el viaje corriendo detrás de Leire y Paula por la Grand Place, sacando fotos, y por supuesto comprando chocolate y cerveza.
Un gran viaje, muchos recuerdos para llenar la mochila.



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